Dorado como el sol
Con una fermentación espontánea y control de temperatura
Muy fresco con aromas a manzana, nectarina y pomelo
Color pajizo, tonos dorados, limpio y brillante
Un vino untuoso, con acidez conjuntada, equilibrado y con agradable regusto
Propio de una producción exquisita, numerada y muy limitada
Calidad, materia prima y dedicación se aúnan perfectamente con un entorno y clima únicos
Bacchus es uno de los concursos internacionales de vino con más prestigio. Organizado por la Unión Española de Catadores, participan en él más de 1500 vinos de todo el mundo; y su jurado de catadores está compuesto por un centenar de reconocidos líderes de opinión nacionales e internacionales. En 2015, Canónigo Areal fue galardonado con la célebre Medalla de Oro de este certamen.
Cada dos años, la D.O. Rias Baixas organiza el concurso “Cata de la Añadas”, donde premia a las mejores añadas de vinos Rias Baixas. En 2014, y tras competir con más de 95 vinos diferentes de esta denominación, Canónigo Areal fue galardonado con el premio a la Colleita de Ouro por su añada de 2012.
El Capítulo Serenísimo del Albariño es una histórica asociación de Cambados dedicada a promover y proteger la cultura del Albariño. En 2014, Julián González Areal, propietario de la bodega, fue destacado con la Folla de Prata por su labor de defensa y promoción del Albariño Rias Baixas.
Un antepasado canónigo. Una finca histórica.
Todo forma parte de un mismo relato
La bodega nació a finales de los años 80, fruto de una pasión innata por el mundo del vino y el campo. Pero esta casa tiene muchos años más de vida. Está situada en un paraje incomparable, la Finca Lavandeira, en la ladera del Parque Natural del Monte Aloia, bañada por el Río Miño y muy cercana de la frontera con Portugal. Hasta el día de hoy, en esta finca se trabaja de forma cien por cien artesanal, dedicándole todo el esfuerzo y cariño de quienes aman y conocen en profundidad esta tierra. Como el antiguo canónigo que vivió aquí mismo, y que fue quien inspiró el nombre de nuestro vino. Todo muy auténtico, natural y autóctono.
Afrutado, con un gran sabor a manzana. Equilibrado, con una acidez compensada. Natural, con un sabor que no requiere añadidos. Podríamos catalogarlo como uno de esos vinos “de trago largo”... Todas estas características no serían posibles sin un factor clave, el gran microclima de O Rosal, que le otorga ese carácter gallego y atlántico inigualables y lo convierten en un vino muy, pero que muy expresivo.